Medioambiente: Entrevista a los salineros de la antigua Salinera Catalana, salinas de Marchamalo


Ayer por la tarde pudimos disfrutar de la memoria viva que aún queda de las salinas de Marchamalo. Unas salinas abandonadas desde hace treinta años y gracias al proyecto RESALAR coordinado por la Fundación ANSE, se han salvado del olvido.

En 2019, la Fundación ANSE adquirió la concesión de ocho hectáreas de los llamados “viejos salares” o salinas orientales de Cabo de Palos, con el fin de realizar una explotación sostenible compatible con la recuperación de los valores naturales de este sal. departamento.

La ANSE está trabajando intensamente en la restauración de los estanques, canales y barcos anexos a las salinas para instalar también un centro de interpretación de la sal y la biodiversidad, así como un laboratorio y una oficina de trabajadores. Asociado a esta zona salina se instalará un criadero europeo de ostras (Ostraea edulis) para, en principio, depurar las aguas del Mar Menor que entran en el circuito salino. En este centro de interpretación próximamente se expondrá toda la información que podamos recopilar sobre la historia de estas salinas, al tiempo que se ofrecerán interesantes exposiciones temporales a los visitantes.

Gracias a nuestro deseo de conocer el pasado reciente de las minas de sal, los protagonistas de esta historia pasan a un primer plano. De un lado, Pedro Martínez Peñalver (Las Cobaticas, 84 años) y del otro Juan Salas (La Manga, 74 años). Ambos trabajaron en la empresa Salinera Catalana, primero con José Altimir Bolva de 1943 a 1953 (solo Pedro vivió este momento), luego con Francisco Celdrán Conesa, desde 1954 hasta su muerte en 1972.

Francisco Celdrán, nacido en El Llano del Beal en 1908, fue médico de profesión, y desde el inicio de sus estudios de medicina demostró capacidad empresarial. Tras graduarse, obtuvo plaza como médico en San Esteban del Valle (Ávila), donde conoció a su esposa, Soledad Dégano, un apoyo fundamental para el futuro crecimiento de su negocio. Sin embargo, tras la guerra civil decidieron establecerse en Torre Pacheco, donde se hizo cargo de médico y se estableció con la familia. A partir de ahí comenzó a desarrollar su carrera como empresario minero y se consolidó entre 1947 y 1952. Al margen de la minería, en esta época empezó a adquirir paulatinamente las acciones de la empresa Salinera Catalana hasta que en 1954 se convirtió en accionista mayoritario y presidente. la compañía.

Pedro y Juan nos contaron muchas cosas y la tarde se nos hizo corta. Ambos recuerdan con nostalgia aquellos años en los que la vida era muy sencilla y trabajaban para sobrevivir.

Pedro fue un experimentado productor de sal en las salinas de Marchamalo, aunque también trabajó en las salinas de Calblanque. Sin embargo, también le pidieron que plantara guisantes en un paisaje seco muy diferente al actual, «repleto de olivos», del que actuó como conductor. Todo valió la pena. Aún hoy se conserva un gancho parecido a un garfio, con el que cortaban las piedras de sal que recogían en las salinas, y que llevaba al mantenimiento, para que podamos verlo.

Juan trabajó con Francisco Celdrán desde los 14 años. Desde pequeño siempre estuvo disponible para cualquier mandao que necesitáramos, como conseguir pescado de la encañizada para la familia Celdrán. Posteriormente, un poco mayor, se especializó en todo lo relacionado con la mecánica. Para que pudiera reparar barcos, vagones, trituradoras, etc. Su padre también trabajó en las minas de sal como salinero. Recuerda que visitó a Soledad Dégano y ella lo vio descalzo e inmediatamente ordenó a su marido que a partir de ese momento ningún trabajador de la salinera pudiera soportar encontrarse en tales condiciones. A partir de entonces, todos estuvieron equipados con botas de goma.

Ambos nos cuentan cómo la gente usaba carros tirados por mulas para ir de un lugar a otro, o si tenía suerte, alguien podía tener una bicicleta; Pero a otros no les quedó más remedio que ir andando al trabajo y recorrer largas distancias, como desde Los Belones o El Algar hasta Cabo de Palos. El trabajo en las minas de sal constaba de dos turnos, uno de 6:00 a 18:00 horas y otro de 18:00 a 16:30 horas. Lógicamente el trabajo era muy duro, pero ambos coincidieron en que era el mejor trabajo que podías hacer si eras de la zona. Trabajar en las minas “era algo en lo que pensar”, nos dice Juan. Además, durante la temporada de recogida de sal (normalmente desde el «Día de Santiago» (25 de julio) hasta septiembre o como máximo octubre, cuando sonó la sirena del barco al llegar a la boya que antiguamente se encontraba frente al Muro de Sal), muchas personas abandonaban el área. pueblos de los alrededores con prisa por encontrar unas horas o unos días de trabajo.

Fue muy interesante y enriquecedor conocer a estos dos salineros. Esperamos volver a verlas y revivir la época dorada de las salinas de Marchamalo.

Él Proyecto RESALAR Su objetivo es regenerar las zonas del litoral del Mar Menor y su biodiversidad para reducir los impactos de las actividades humanas, fortalecer la resiliencia del litoral al cambio climático y mejorar e incrementar los servicios ecosistémicos que proporcionan a la sociedad. Este proyecto, coordinado por la Fundación ANSE, y en el que participan la Asociación de Naturalistas del Sureste, WWF-España y el Instituto Español de Oceanografía, Centro Nacional de la Agencia Nacional del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (IEO-CSIC), ha el apoyo de la Fundación Biodiversidad del Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico (MITECO) como parte del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia (PRTR), financiado por la Unión Europea – NextGenerationEU y vinculado al Marco de Actuaciones Prioritarias para la recuperación del Mar Menor del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.

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Fuente de la imagen: www.asociacionanse.org

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