Penchete, el legado de tres generaciones en las salinas de Marchamalo: una historia de trabajo, familia y transformación en Cabo de Palos

Medioambiente: Penchete, el legado de tres generaciones en las salinas de Marchamalo: una historia de trabajo, familia y transformación en Cabo de Palos

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Entrevista a Penchete, hijo y nieto de un productor de sal de Salinas de Marchamalo, quien nos cuenta la experiencia de su padre y su abuelo como trabajadores de Salinas de Marchamalo.

Penchete, hijo y nieto de un productor de sal en las antiguas salinas de Marchamalo
  1. ¿Cuándo empezaron tu padre y tu abuelo a trabajar en las Salinas de Marchamalo?

Cuando yo nací en 1946, ya llevaban varios años allí. En aquella época, las oportunidades laborales en Cabo de Palos eran limitadas: la mayoría de la gente trabajaba en el campo o en las minas de sal, siendo estas últimas la principal fuente de ingresos económicos de la región, proporcionando empleo y sustento a muchas familias.

La pesca en Cabo de Palos no era muy abundante, por lo que los pescadores solían ir a las salinas para ayudar a recolectar sal y transportar carros a barcazas para su envío. El resto del año mi padre y mi abuelo trabajaban en la mina.

2. ¿Cuáles fueron las tareas de tu padre y tu abuelo en las Salinas de Marchamalo?

Mi abuelo era el principal responsable de preparar las salinas para que la sal se solidificara de manera uniforme y plana. Una vez lista la sal, su tarea era extraerla y llevarla a la lavandería para ser procesada y lavada. Mi padre, en cambio, trabajaba como lavandero, controlando los carritos que llegaban a la lavadora.

En el lavadero, se vertía sal en una tolva desde la que se arrastraban camiones para cargarla. La sal sobrante se transportaba mediante cinta transportadora hasta el molino, donde se molía y envasaba en bolsas para su distribución.

Unos camiones, procedentes de Cartagena, transportaron la sal hasta la fábrica de zinc. Los barcos eran cargados en el muelle de Cabo de Palos y transportaban la sal a diferentes destinos, incluso al extranjero.

3. ¿Cómo se realizó el transporte y medición de la sal?

Teníamos dos camiones: uno era de Ramón Martínez, el pescadero, y el otro de Juan de Cartagena, que era más pequeño.

Para medir la sal, previamente se guardó en saleros. Había cuatro saleros que se llenaban por un canalón. Los vagones, que pesaban entre 400 y 480 kg cada uno, se llenaban y pesaban antes de trasladarlos para cargar los barcos. Este proceso permitió calcular con precisión las toneladas de sal cargadas en cada barco, controlando el peso de los carros antes y después de su vaciado.

4. ¿Cómo eran las condiciones de trabajo?

Cuando llegaba el momento de recoger la sal, trabajaban intensamente, incluso de noche, porque si se acercaba el mal tiempo debían darse prisa para recoger la sal antes de que la lluvia la disolviera.

Durante los inviernos, los trabajos consistían en reparar y preparar las instalaciones para la próxima cosecha de sal.

5. ¿Cómo era el pueblo de Cabo de Palos en aquella época? ¿Cuándo llegó la electricidad a Salinas y Cabo de Palos?

En aquella época las calles principales eran la calle Marín, el callejón sin salida, la calle Salero y algunas casas cercanas al faro. También había algunas casas de vacaciones en Zeneta y en la playa de Levante. El turismo era escaso y los pocos turistas que llegaban solían alojarse en casas de pescadores. Mi madre y Miguel Salas, un hombre muy respetado en la comunidad, alquilaron sus casas a estos visitantes, la mayoría de los cuales procedían de Zamora. Con el tiempo, estos visitantes comenzaron a comprar propiedades en la zona.

Por su parte, mi padre transportó los postes de luz a las salinas y luego a Marchamalo, instaló un transformador y conectó la electricidad. La arena extraída del canal se cargó manualmente en un camión y se esparció.

A pesar de los tiempos difíciles, tuve suerte porque mi abuela vivía en el campo y yo era hijo único.

6. ¿Qué transformaciones se produjeron posteriormente en las Salinas de Marchamalo?

Hubo un periodo en el que las minas de sal estuvieron inactivas hasta que dos hermanos de Albujón, que tenían alquilada una casa en Cabo de Palos desde 1943, se ofrecieron a reactivarlas. La sal no se utilizaba para los barcos, sino que estaba destinada a la fábrica de cal de Fuente Álamo, la Cueva del Grillo y la fábrica de zinc. En esta nueva fase, el proceso se mecanizó: tractores equipados con máquinas especiales recolectaban la sal, que se recogía en montones y luego se transportaba en remolques. Comenzó alrededor de los años 1970.

Con el tiempo, las salinas se mecanizaron aún más, reduciendo la necesidad de trabajadores a sólo cuatro personas: una para manejar la pala y la máquina, sin necesidad de transportadores. Este método duró unos cinco o seis años. Con el tiempo, las operaciones se estabilizaron, la gente envejeció y se jubiló, y algunos se mudaron.

Entrevista completa aquí:



Fuente de la Noticia

Fuente de la imagen: www.asociacionanse.org

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